Bridgerton: ¿problemas modernos en el siglo XIV?

 

© Netflix


Bridgerton es una serie original de Netflix, su primera temporada fue estrenada el 25 de diciembre de 2020. Creada por Chris Van Dusen y Producida por Shonda Rhimes, está basada en los libros del mismo nombre de la autora estadounidense Julia Quinn. Hasta hace poco era la serie más vista en la historia de la plataforma con una audiencia en 82 millones de hogares.

Está protagonizada por Phoebe Dynevor (Younger) y Regé-Jean Page (The Merchant of Venice), acompañados de Adjoa Andoh (Doctor Who), Nicola Coughlan (Derry Girls), entre otros con Julie Andrews como la voz de la misteriosa Lady Whistledown.

Fue filmada en Londres y Bath, Somerset, ocupando distintas locaciones en las regiones desde parques hasta fincas, terminando con la fotografía principal en febrero de 2020.

A lo largo de ocho capítulos se sigue la historia de la familia Bridgerton durante el periodo de Regencia, en la ciudad de Londres en el año 1813, donde se preparan para la temporada social y el debut de Daphne (Dynevor) en sociedad. Donde además de lidiar con amores, desamores y uno que otro duelo, deben de proteger su reputación de Lady Whistledown, la autora de los artículos con la información más importante de los miembros de la alta sociedad británica.

A pesar de estar centrada en la vida del siglo XIV y los vestuarios junto a las locaciones y el estilo del dialogo, la comparación termina ahí.

Bridgerton toca algunos temas que, si bien se adaptan para entrar dentro de lo que era la sociedad de la época, no dejan de ser temas relevantes y prevalentes en este año. Históricamente, Van Dusen mezcla la fantasía al integrar una sociedad racialmente equilibrada (o al menos más de lo que verdaderamente era en 1813), con personas negras con títulos nobiliarios como es el caso de Lady Danbury (Andoh) y Simon Bassett (Page).

El romance y la sexualidad se ven exploradas por la perspectiva femenina, contraria a la usual objetivación de la mujer para el placer del hombre, con Daphne descubriendo su deseo y sexualidad con Simon, tocando también en como para la mujer estos temas permanecen como un tabú que conlleva a una ignorancia.

La female gaze en Bridgerton pretende mostrar
el deseo de la mujer.   



Los vestuarios corren de la mano de Ellen Mirojnick, quien previamente trabajó en The Greatest Showman (2017) y Maleficent (2019), logra interpretar la moda de la era con un toque de modernidad que en sus propias palabras “busca inspirar en lugar de ser históricamente correcto”, la historia se desenvuelve en una paleta de colores pasteles para los Bridgerton y de colores más vivos para el resto de los personajes, reservando las tonalidades oscuras para el Duque de Hastings (Page), con ellas hace una distinción en las personalidades y la posición social.


La paleta de colores para los Bridgerton era una de tonos pasteles y blancos.


Los capítulos no se sienten pesados, la historia logra atrapar al espectador y le da un ritmo bastante agradable. No es para nada apta para los más pequeños del hogar, y he de admitir que me sacó de contexto en un principio el tener tantas escenas explicitas en un programa histórico, porque nunca ocurren esas situaciones.

En cuestión de trama, el drama prevalece, pero no al grado de parecer novela y por mi parte lo disfruté, las situaciones que ocurrían en la vida de los personajes que, si bien parecen ya trilladas, logran adentrar en la historia. La química no solo de la pareja principal, sino del cast en general, crea una cohesión entre historia y actuaciones que la hacen adictiva.

Con tres temporadas más confirmadas y la segunda ya en grabación, Bridgerton se posiciona como una de las mejores producciones de la plataforma de streaming.

 La primera está disponible en Netflix y se espera que la segunda llegue a la plataforma el año que viene.


La segunda temporada de Bridgerton se estrenará pronto en la plataforma
 y ahora seguirá al hermano mayor de Daphne, Anthony (interpretado por Jonathan Bailey)